HEIDELBERG: Un año después de la DANA: el espíritu de la colmena
Un año después de la DANA: el espíritu de la colmena
29.10.2025. Hace justo un año, especialmente la comarca de l’Horta Sud se vio golpeada por la DANA más devastadora de la última década. El cielo rompió su silencio y la zona quedó sumergida bajo toneladas de agua y lodo. Hoy, 365 días después, la memoria no ha pasado página y aunque sus calles han quedado limpias, sus habitantes siguen anegados de recuerdos.
En medio del desastre, cuando los cauces se desbordaron y hogares y empresas se llenaron de barro, emergió una fuerza invisible. No fue solo la ayuda institucional, ni los recursos de emergencia, ni la acción de las aseguradoras; fue la reacción natural y orgánica de la comunidad, el gesto desinteresado, el cubo compartido, la palabra que reconforta, el abrazo oportuno y la confianza. Como las abejas que trabajan juntas, sin mirar el reloj ni pedir permiso, la comunidad construyó una red de apoyo.
Hoy, mientras las calles lucen limpias y los campos vuelven a verdear, la gente recuerda. La DANA no fue solo una catástrofe meteorológica: fue una prueba colectiva. Y aunque dejó cicatrices, también reveló una esencia profunda: la capacidad de resistir, de cuidarse unos a otros, de reconstruirse.
En este primer aniversario, no se trata solo de recordar el agua que lo arrasó todo, sino el esfuerzo que lo salvó todo. Porque si algo nos ha enseñado la DANA, es que cuando todo se detiene, el espíritu de la colmena consigue que avancemos.
Desde Heidelberg, queremos compartir tres experiencias en las que emocional y físicamente estuvimos involucrados. Gráficas Selvi, Pentagraf Impresores y Temps Impresores nos abren sus puertas y comparten con nosotros emotivos relatos, recuerdos y sensaciones.
Selvi, tradición y fuerza
La primera visita es a Gráficas Selvi y nos recibe Begoña, hija del fundador, junto con Miguel Ángel y Cesar, sobrinos de Begoña: «Fueron días muy complicados que recogen infinidad de sentimientos. Tenemos muchos recuerdos en este momento, pero empresas como, por ejemplo, Fernando Gil, son dignas de poner en un pedestal. La familia nos dijo: “aquí estamos para lo que os haga falta, aquí tenéis mi taller, mis máquinas, mis horas y disponer de lo que queráis”. Y luego, algunos socios de Impriclub, impresores y encuadernadores de toda España, nos ayudaron, Agpograf, desde Cataluña, tuvo un papel destacado. La DANA demostró que hay gente muy noble dentro y fuera de Valencia.»
Begoña contina recordando: «Cuando cesaron las lluvias tuvimos la sensación de que había acabado todo. En ese momento valoras todo tu esfuerzo y toda tu vida, el trabajo de tu padre y toda tu dedicación, y de repente te planteas un poco cómo vas a resurgir, cómo vas a salir adelante. […] En esos momentos hubo algo que me tiró para adelante. Por un lado, fue el recuerdo de mi padre y todo lo que hizo por esta empresa. Por otro, pensé en las nuevas generaciones, mis dos sobrinos, que estuvieron en todo momento a mi lado y me apoyaron para salir adelante.» Hoy, paseando por las instalaciones nadie se imaginaría aquellas naves repletas de agua y barro, como indica una marca en la pared.
Miguel Ángel, uno de los sobrinos de Begoña, nos cuenta: «En dos semanas prácticamente ya estábamos trabajando. Empezamos a limpiar barro y a meter algunas máquinas antiguas que se salvaron porque las teníamos guardadas en un altillo. Nos cogió también una época de plena campaña de calendarios y navidad y nosotros, el último trimestre del año, facturamos el 50% de nuestra facturación.»
Cesar añade: «… Esto fue el final de octubre, imagínate, fue dramático. ¡Dramático! Encima perdimos máquinas específicas que no podemos subcontratar. El tema de los calendarios requiere máquinas muy especializadas. Prácticamente nadie tiene esas máquinas, y además los que las tenían también estaban en campaña y no podían hacernos nuestros trabajos.»
Begoña Selvi sigue explicándonos: «… El personal también se implicó al 100%, trabajando de día y de noche. Nuestros proveedores se implicaron desde el primer día y fueron grandes facilitadores. […] Fue como un tsunami… de repente vino una ola, arrastrando todo. A nosotros, la verdad, es que las puertas hicieron un poco de parapeto, pero muchas empresas tenían dentro coches, máquinas, contenedores y miles de botellas de perfumes de una marca, que anecdóticamente se llamaba “Fuerza”.»
Cesar añade: «… De casa ya éramos muchos y sumando a los miembros de la plantilla, amigos y familiares, trabajando éramos 60, 70 o 80 personas. Hemos de pensar que se añadía el problema que no se podía circular, todas las calles estaban llenas de barro, de coches y muebles, y tampoco había medios para limpiarlas. O sea, al final, claro, estabas un poco colapsando y si solucionabas problemas dentro, los generabas fuera. Para nosotros siempre fue prioritario que el pueblo quedase limpio y operativo.»
Un año después del desastre, visitar Selvi nos enseña el gran trabajo que ha hecho esta familia para tener hoy una imprenta en plenas facultades. El esfuerzo, la ayuda y la empatía de la comunidad han hecho posible que hoy la DANA sea solo una marca testimonial en la pared.


Pentagraf, realidad con futuro
La segunda parada es en Pentagraf Impresores, en Beniparell, donde nos recibe Juan J. Diaz Alemany, alma mater de esta empresa. Juan nos explica cómo vivió aquel día: «… Ese día, precisamente, salí antes de trabajar porque era el cumpleaños de mi mujer. Estaba en casa y sobre las 7 recibí una llamada de la compañía de la alarma y me comunicaba que había entrado agua en la nave. Tuve la buena idea, entre comillas, de coger y decirle a mi mujer “ahora vuelvo y terminamos de cenar”. Yo vivo en una población cercana a la empresa y salí de casa sin lluvia. De pronto, a un kilómetro de la imprenta, el agua me subió un metro y dejé de controlar el coche, de tal forma que tuve que salir por la ventanilla y volver a casa como pude. Al día siguiente, sobre las 6 de la mañana, llegué a las instalaciones de Pentagraf y la imagen era desoladora. Sobre todo, porque también me preocupaba cómo estaría la gente, pensé “si aquí ha subido un metro en las poblaciones cercanas, donde viven miembros de nuestra plantilla, habrán sufrido situaciones similares.” De muchos de ellos no supe nada hasta dos o tres días después. La parte positiva de la parte negativa fue confirmar gratamente que éramos una familia. Siempre pienso que yo no tengo trabajadores, tengo compañeros, amigos. Y desde el minuto cero al día siguiente, los que pudieron venir estaban todas y todos quitando barro. Una persona de una pedanía de Valencia venía andando, ¡andando! desde su casa aquí. Muchos habían perdido sus casas o estaban destrozadas, y sin embargo estuvieron aquí desde el minuto cero, quitando barro, olvidándose de sus problemas y ayudando a la empresa. Esto es un poco lo que te motiva, lo que de alguna forma es importante y te hace tirar para adelante. Porque en ese momento, en algún momento piensas, lo dejo todo, hemos llegado al punto cero y no tengo energías para volver. Ahora, el proyecto sigue teniendo futuro y más con la reincorporación de mi hijo.»
Juan sigue explicándonos: «Ahora, un año después, veo el futuro igual de complicado que antes. Las artes gráficas son una profesión que necesitaría mejorar bastantes aspectos, porque el trabajo es duro. Pero, gracias a la ayuda de empresas como Gráficas Benifayó, pudimos funcionar casi como una empresa normal, sin la necesidad de recurrir a ERES. Trabajamos de 6 de la tarde a las 2 de la mañana en dos turnos en sus instalaciones, nos dijeron “aquí tenéis las llaves”. Para mí, Gráficas Benifayó ha sido fundamental, ya son unos hermanos, igual que mis compañeros. Tengo que agradecer mucho a esta muy buena gente y, evidentemente, al equipo de apoyo de Heidelberg, que estuvieron siempre dispuestos a la hora de suministrar material como al hacer informes técnicos de los daños.»
Visitando sus impresionantes instalaciones, auguramos un futuro prometedor, donde se valora tan positivamente el compromiso con la esencia del proyecto.


Temps, no hay barreras
La última parada es en Temps Impresores. Como corresponde en esta empresa, nos recibe la familia en pleno. Una primera ojeada a la planta de producción te hace pensar que aquí no ha pasado nada; posteriormente, algunas marcas en la pared y el relato de Isando, CEO de la compañía, te devuelven al verdadero periplo que han vivido esta familia de impresores.
Isando nos relata «…Me saltó la alarma y miré las cámaras de vigilancia de la empresa. En un primer momento no vi más que unos pliegos en movimiento, pero a los minutos ya podía ver el agua. En ese instante iba con el coche, estaba por Valencia con mi mujer y mis hijos, y nos fuimos hacia la empresa. Llegando vi a mis vecinos subiéndose uno encima de otro, intentando llegar al techo de la nave y yo no entendía que hacían. A los 30 segundos el agua me llegaba ya por la cintura. Entonces nos metimos corriendo en el coche, salimos hacia Valencia y empezamos a sortear coches en contradirección. El agua se convirtió en una ola gigante que venía hacia nosotros y finalmente pudimos llegar a destino. Era como otro país, otra historia. Al día siguiente volvimos a la empresa y la primera imagen es que no había puertas de la nave, estaban literalmente arrancadas, y dentro encontramos un silo de arroz, coches y muchas plantas de calabazas. La verdad es que en un escenario así, disponer de la ayuda de una empresa como Heidelberg fue fundamental en muchos aspectos; la dirección se involucró de forma directa, y personas como Pedro García, responsable comercial de Heidelberg Spain en la zona, fue impagable. Toda la ayuda fue básica, como la rapidez a la hora de gestionar los informes de daños para las aseguradoras. Pedro García, tirando de contactos, consiguió que llegara una pala de Fernando Puerta, de la empresa Cynara, en Murcia, y con ella empezamos a sacar material. Ha sido un año para no recordar, pero no podemos olvidar a nuestros clientes que nos apoyaron, además de conseguir mantener nuestra cartera de pedidos. Nunca habíamos vivido una situación así y es difícil manejar informes, pagos y además vivir el día a día. Hemos de reconocer que algún proveedor nos ha generado el pulmón necesario para aguantar hasta hoy, solo podemos dar las gracias. Hoy, estamos recuperándonos, pero vamos a intentar facturar como mínimo lo mismo del año pasado. […] Hay una cosa que es curiosa, y que parece que es un estándar dentro del sector, se trata de la colaboración entre las empresas. Las que no sufrieron DANA nos han apoyado y ayudado. No se me olvidará en la vida que la gente de Gráficas Benifayó nos dio las llaves de su empresa sin conocernos. Nos dijeron “aquí tienes tu casa”, nos dejaron las instalaciones para hacer y deshacer; y eso no se me olvidará en la vida, al igual que la ayuda económica desinteresada de la empresa de troqueles Trovican. La ayuda recibida forma una larga lista de personas y empresas, entre las que encontramos a Salinas Packaging Group, Gráficas Agulló, Coyve, Cartonajes la Plana, Gráficas Royanes, Din Impresores, APbox, Packco y Flexo Gráfico; muchísimas gracias a todas. Y por supuesto, resaltar la implicación de todo nuestro equipo y a sus familiares, que trabajaron sin descanso con nosotros de principio a fin, desde aquí un fuerte abrazo a todas y todos, sin ellos eso no sería posible», afirma Isando, señalando el parque de maquinaria en funcionamiento.
«Cómo anécdota, recuerdo la Versafire digital que instalamos después del desastre para salir del paso. Esa digital la exprimimos, haciendo cosas que eran imposibles, pero las conseguíamos meter en producción. Y después, desde mantenimiento del equipo me preguntaban, “oye ¿qué pasa con los click?” La digital estuvo imprimiendo sin puertas.»


Tres historias que hoy cumplen un año. Tres experiencias positivas y negativas, entrañables y esperanzadoras que nos explican que no todas las historias sobre empresas nos hablan de cuestiones empresariales; también hay margen para el valor de la amistad, el espíritu de la comunidad, el agradecimiento y la ayuda desinteresada.
