El mundo que viene

Realmente este artículo no pretende ser un ejercicio de ciencia ficción. Antes al contrario, como se dice frecuentemente, está basado en hechos reales. Hechos que se observan desde la consciencia y que en verdad son señales inequívocas que permiten proyectar el futuro y previsualizar parte de nuestras próximas condiciones de vida. Basta con estar medianamente informados y observar con atención los comportamientos de las personas digitales para saber cómo es el mundo que viene, que por cierto, llega mucho más deprisa de lo que imaginamos

El asunto es que la digitalización del mundo es un hecho imparable que trae sus propias reglas y que también afecta a la forma de entender la empresa. Además, algunas de estas reglas son inéditas e incomprensibles para quienes, inútilmente, las comparan con las preexistentes. Lo más productivo es estar atento a lo que viene, no juzgarlo, aceptarlo y tratar de sumarnos a ello a modo de oportunidad. Porque hay algunas máximas que ya no son discutibles: todo lo que se pueda digitalizar se digitalizará y todo lo que se pueda conectar se conectará.

En esta etapa, al igual que en otros momentos de la historia, se puede observar que hay personas que desean vivir “como siempre” y otras que observan el mundo con los ojos de lo emergente, la diferencia reside en aceptar y normalizar las nuevas condiciones y retos. Estamos en plena transición hacia un mundo inimaginable donde iremos perdiendo nuestra capacidad para sorprendernos por los avances y descubrimientos que la ciencia nos va a ofrecer. Y esto, casi siempre genera una lógica inestabilidad y algo de confrontación entre personas que  defienden modelos de sociedad diferentes.

A veces cometemos el error de pensar que nuestra presencia en las redes sociales, disponer de página web, utilizar WhatsApp y el uso habitual del correo electrónico, nos convierte en personas digitales. No es suficiente, simplemente tenemos un mayor nivel de alfabetización digital que los que no utilizan esos entornos, pero estamos lejos de pensar en digital. Los nuevos actores piensan en soluciones digitales para todo, y comparten y participan constantemente porque ésta es su nueva forma de entender el mundo. Y precisamente ahí reside su fortaleza: en la colaboración.

Estas personas hacen casi todo de forma diferente: viven conectados con los demás, organizan sus viajes  a través de redes de colaboración, están abiertos a comer en domicilios particulares donde se cocina para ellos que, por supuesto, encuentran en Internet, emprenden pensando en la Red, se financian o apoyan otros proyectos a través de páginas de Crowdfunding, se forman a través de centros virtuales, controlan cosas tan dispares como su salud o el banco desde sus apps y utilizan un largo etcétera de servicios a través de sus dispositivos móviles.

A las anteriores actitudes hay que añadir estas otras: están dispuestos a pagar por el uso de las cosas pero no necesitan poseerlas. La música, las películas, los libros, bicicletas… podrían ser un buen ejemplo. Trabajan para vivir, preferiblemente en aquello que realmente les gusta, porque no quieren desperdiciar su vida en situaciones que no les hagan felices. Tampoco están dispuestos a admitir protocolos o jerarquías que ellos consideren improductivos.

Son conscientes de que esta nueva concepción de la sociedad desborda a las personas con estructura de pensamiento clásica, simplemente están convencidos de la obsolescencia de lo anterior y lo rechazan por desfasado. En realidad, con mayor o menor intensidad, se trata de un impacto generacional como el  que cada uno de nosotros pudo vivir en su momento, pero con una gran diferencia: los cambios tecnológicos y sociales se producen a velocidad de vértigo.

Así las cosas, debemos admitir que el modelo de competencia actual podría tener muchas dificultades para seguir desarrollándose de la misma manera con empleados  que tienen un perfil y unas prioridades profesionales tan diferentes. Es  más que probable  que el mundo de la empresa y el modelo de competencia necesitarán su correspondiente adaptación. En principio, en la Industria Gráfica, sabemos que la digitalización afectará al diseño de productos y a los procesos de producción, mantenimiento, logística y ventas. Esto va a significar un esfuerzo superlativo en la dirección y desarrollo de personas, al tener que abordar una significativa renovación de las plantillas, bien a través de la formación, cuando sea factible en función de las condiciones culturales o generacionales, bien a través de la incorporación de nuevos perfiles digitales. Solo con una visión consciente de la situación y una voluntad decidida se podrán canalizar los cambios organizacionales que las empresas van a requerir.

Decía anteriormente que la fortaleza de las personas digitales reside en que resuelven todo a través de los espacios de colaboración, y así es. Ahora son ellos los que como usuarios son más protagonistas que nunca. No necesitan que tu empresa les diga cuánto de maravilloso tiene tu producto o servicio, ya te lo dirán ellos cuando lo encuentren en la Red. Porque ellos forman parte de la comunidad que lo validará y participará de forma determinante en la toma de decisiones de los demás. Cuando alguien te compre algo, habrá verificado previamente lo que la Comunidad dice de ese producto o servicio. Y, por supuesto, si tu producto no está en la Red,  ya sea bueno o malo, será más difícil que lo encuentren. Es como si no existiese.

Alguien puede tener la tentación de pensar que las plataformas digitales, que trastocan el orden establecido en algunos sectores como el del transporte de viajeros, la hostelería, la restauración, la venta de segunda mano, etc.,  deben desaparecer por ilegales, alegales  o porque compiten deslealmente. Bueno, pues eso no parece que vaya a suceder. Podemos aspirar a regularlas  y a asegurarnos que esos modelos de negocio sean más transparentes y paguen impuestos, pero no se podrán cerrar porque cuentan con el apoyo de los usuarios. Nacerán una y otra vez porque son una necesidad que ya goza del beneplácito de la sociedad.

Las empresas que lo detectan, surgen para cubrir esa necesidad porque conocen perfectamente el comportamiento de este tipo de usuarios. Ya no se trata de “machacar” con tu producto para incrementar las ventas, sino de cubrir alguna de esas necesidades. De hecho, se dice que  no se trata de llevar Internet a tu empresa, sino tu empresa a Internet.

Tal y como apuntaba con anterioridad, desde la actividad empresarial habrá que preguntarse, sin prejuicios, cómo afecta todo esto al negocio, porque el cambio no ha hecho más que empezar. ¿Tenemos que seguir produciendo lo mismo y de la misma manera? ¿Cómo hemos de publicitarnos? ¿Somos capaces de previsualizar el nuevo escenario? ¿Estamos cada uno de nosotros preparados para gestionar este cambio? ¿Contamos con las personas adecuadas para llevar a cabo una transformación de estas características?

Es cierto que todos estos cambios se tienen que originar a ritmos digeribles por la sociedad pero ello no obsta para que se estén produciendo más deprisa de lo que imaginamos. Quizá no seamos conscientes de que se producen, porque penetran en la sociedad  de forma asimétrica, por capas,  pero lo cierto es que hay entornos donde ya se trabaja exclusivamente con la vista puesta en un  mundo donde personas y cosas estarán conectadas.

En definitiva, se trata de incorporarte a los colectivos que aceptan prematuramente la sistematización del cambio, aquellos que asumen que la zona de confort en la que ahora toca instalarse es la del cambio permanente.

Como prueba de este vertiginoso cambio en nuestro sector, pueden servir los siguientes ejemplos:

  • Se viene hablando desde hace cuatro o cinco años del grafeno como el material del futuro que iba o que va a cambiar el mundo. Ahora ya, sin que apenas se haya visto el grafeno, unos investigadores de la Universidad de Stanford  hablan  de un “súper material” llamado “estaneno” que, según dicen, mejora las expectativas del grafeno. Parece ser que en el terreno de los materiales se está produciendo una de las más importantes revoluciones que determinará el futuro de nuestros productos y sus funcionalidades. Los expertos opinan que los resultados de las investigaciones actuales invadirán lo cotidiano y serán visibles para la sociedad en aproximadamente una década.
  • La Universidad Nova de Lisboa ha patentado el chip de celulosa a partir de una bacteria que se obtiene del vinagre. Tan barato, natural y ecológico como eso. Este hallazgo proyecta revolucionar nuestra actividad con aplicaciones inéditas en la Industria Gráfica.

Además de este par de ejemplos, en la mente de todos están los avances en inteligencia artificial, los coches autónomos, los drones y sus múltiples aplicaciones, los adelantos en neurociencia, la biotecnología… Todas estas disciplinas estaban fuera del foco de la sociedad hace apenas diez años, o al menos apenas se oía nada acerca de ellas, salvo que uno tuviese una implicación directa o un interés específico en esas actividades.

En cualquier caso, vivimos tiempos de incertidumbre porque, aunque  los sistemas tienen tendencia a la evolución, los cambios ahora son muy evidentes. Encontraremos las respuestas que necesitamos porque el sistema es sabio y creativo y está capacitado para ello. Y al final, todo se ordenará y los integrantes del sistema, es decir, todos los seres humanos, encontraremos nuestro rol en el nuevo escenario. Esto va a ser así, con nuestra colaboración o sin ella, porque forma parte de los principios básicos que rigen el comportamiento de los sistemas.

Mientras tanto, me quedo con las palabras del profesor Ignacio Martínez de Mendizábal, que puso de manifiesto lo que la ciencia, ya desde Darwin, opina acerca de los modelos de competencia en la evolución de las especies y de los ecosistemas: desde el  razonamiento científico, dijo que sobreviven las especies que colaboran y se exterminan las que compiten. Visto así, sería indiscutible que las personas digitales han elegido un camino adecuado basado en la colaboración. Parece ser que la otra vía, tiene fecha de caducidad. En todo caso, que cada uno elija libremente por dónde quiere transitar pero, eso sí, también debe asumir conscientemente la responsabilidad de su decisión.

Autor: Jesús Alarcón, Secretario General neobis