El aceite de palma y su problemática ambiental y social

Desde aproximadamente 2017 en España hemos vivido varias campañas en contra de este aceite vegetal obtenido principalmente de tres variedades de palma: Dura, pisifera y tenera.

Sin entrar en los problemas de salud que conlleva el consumo de grasas saturadas, a la palma le ha pasado, salvando las distancias, como al papel, esto es, que una parte de los consumidores la ha denostado en base a informaciones en redes sociales, grupos de whatsapp o a campañas publicitarias que solo mostraban lo malo asociado a su consumo.

No obstante, a día de hoy sigue siendo una materia prima utilizada por muchas y diversas industrias, no solo la alimentaria, en donde su uso alarga la vida de los productos y les aporta estabilidad y resulta fácil de almacenar al ser una materia semisólida. A nivel general este aceite aporta otras ventajas a nivel productivo y socio-económico que hacen difícil su reemplazo a nivel global:

La palma, sobre todo en su variedad Tenera es muy productiva, comparada con otros tipos de plantas que producen aceite vegetal (como aceite de girasol, soja u oliva). Implicaría usar una cantidad mucho mayor de tierra, ya que las palmeras producen de 4 a 10 veces más aceite que otros cultivos por unidad de cultivo. Esto es un problema crítico, el uso de espacio natural, que también afecta a otros productos, como los biocombustibles.

El aceite de palma juega un papel importante en la reducción de la pobreza en determinadas zonas. En Indonesia y Malasia, un total de 4,5 millones de personas se ganan la vida con la producción de aceite de palma. Muchas de esas personas han dejado atrás la precariedad por la demanda de este aceite y han conseguido acceder a una vida mejor gestionando plantaciones como pequeños propietarios, si bien sus tierras de cultivo son pequeñas en comparación con las plantaciones industriales, los pequeños agricultores representan aproximadamente el 40% de la producción mundial total de aceite de palma. Se estima que al menos 3 millones de personas se ganan la vida mediante pequeñas explotaciones de palma.

En la actualidad se ha comenzado a hablar más de las implicaciones medioambientales de la palma, y es cierto que, en varias regiones (Sudeste asiático, principalmente) el cultivo de palma aceitera ha provocado, y sigue provocando, deforestación y amenazando especies en extinción. En algunos casos las plantaciones de aceite de palma se han establecido sin consultar a las comunidades locales sobre el uso de sus tierras y algunas empresas vinculadas a este producto incluso han sido responsables de desplazar por la fuerza de su entorno a personas o comunidades. También se conocen violaciones de los derechos de los trabajadores o incluso hay muertes que parecen estar vinculadas a este cultivo en Centroamérica.

Sin embargo, también es necesario hablar de las acciones que se toman para minimizar este impacto, o de aquellas organizaciones que luchan contra ello, como la “Mesa Redonda del Aceite de Palma Sostenible” o RSPO. Esta organización es el equivalente a las certificaciones forestales tan conocidas en Europa (Ampliamente extendidas en el sector gráfico, como FSC® o PEFC) y sus principales objetivos son:

Evitar que bosques primarios o áreas que contengan concentraciones significativas de biodiversidad, ecosistemas frágiles, o áreas que sean fundamentales para satisfacer las necesidades culturales básicas o tradicionales de las comunidades locales (áreas de alto valor de conservación), puedan ser sustituidas por plantaciones de palma.

Reducir el uso de pesticidas e incendios en las plantaciones.

Fomentar el trato justo de los trabajadores de acuerdo con las normas de derechos laborales locales e internacionales.

Someter a un proceso de información y consulta a las comunidades locales antes del desarrollo de nuevas plantaciones en sus tierras.

Para conseguir estos objetivos esta organización desarrolla planes estratégicos para minimizar el impacto ambiental de la palma a diferentes niveles y fomentar el consumo de aceite y derivados procedentes de plantaciones, industrias manufactureras y de procesado, que están certificadas contra una serie de normas y estándares que cubren el proceso desde la plantación hasta la venta del producto al consumidor final.

Sergio Ródenas, Consultoría Medioambiental neobis