El packaging en el paradigma de la economía circular
Según los datos del Eurostat, en 2014 cada habitante de la Unión Europea generó una media de 162,9 kilos de residuos provenientes del packaging, siendo el papel, el vidrio y el plástico los materiales más presentes en los vertederos. Un ritmo de deshechos como éste, sostenido en el tiempo, pondría en peligro la disponibilidad de recursos y tendría un gran impacto a nivel medioambiental. La economía circular se está revelando como el modelo más eficiente para corregir esta situación, gracias a su propuesta para alargar al máximo la vida útil de los materiales. En esta estrategia, la industria del packaging juega un papel fundamental.
«Se trata de un sector primordial para lograr que el modelo de la economía circular sea mayoritario, ya que estamos en una época de consumo masivo y, al fin y al cabo, todos los productos van acompañados de su embalaje», apunta el responsable de Sostenibilidad de Eurecat, Miquel Rovira. Detrás de la producción de cada packaging se genera una huella medioambiental, que empieza con la extracción de la materia prima y sigue con el uso de energía para su fabricación, su transporte y el uso último que le da el consumidor. «La ecuación es sencilla. A más población, más consumo y, por tanto, más packaging». La solución que propone la economía circular, sobre el papel, también lo es: lograr que el envase dure lo máximo posible.
¿Cómo conseguirlo? El concepto clave es el ecodiseño. A nivel básico, se trata de crear envases pensando en que puedan ser reciclados y reutilizados tantas veces como sea posible. A la práctica, el proceso es algo más complejo. «Se trata de crear productos funcionales y que tengan en cuenta aspectos ambientales. Esto quiere decir afinar en la selección de materiales, calcular las emisiones generadas en todo el proceso de producción y hacer una previsión y un análisis del ciclo de vida que puede tener ese producto», explica Rovira.
Pensemos, por ejemplo, en un brick de leche convencional. Suelen ser envases compuestos de hasta cinco capas que mezclan materiales como el cartón, el plástico de polietileno y el aluminio, además de todo tipo de tintas. Esta composición dificulta en extremo el proceso de reciclaje y reutilización, por lo que es probable que acabe generando un deshecho tras un solo uso. «El ecodiseño propone crear botellas más puras, sin presencia de metales en las tintas y sin tapones de polipropileno para garantizar que el producto pueda volver a la economía tantas veces como sea necesario».
De hecho, Rovira avanza que, con un modelo de economía circular y ecodiseño mayoritario, la mayor parte de los materiales utilizados de partida en la fase de producción ya serán reciclados. Para lograrlo, el experto apunta a la responsabilidad política. «La Unión Europea ya está promoviendo regulaciones para premiar a los fabricantes de packaging que opten por el ecodiseño, y ha marcado objetivos ambiciosos, como lograr que en 2030 todos los plásticos utilizados para el embalaje sean reciclables».
El papel de los consumidores
Los usuarios también tienen un importante papel en la universalización de la economía circular y, de hecho, ya lo está jugando. Actualmente, la sostenibilidad es el tercer motivo de compra en la Unión Europea, sólo por detrás de la calidad y el precio del producto, y por delante de la marca. Rovira cree que ésta es una tendencia que irá a más. «La gente joven está muy sensibilizada con la ecología, y esto hará que el fabricante de perfumes acabe optando por diseñar un envase sostenible ya no porque la regulación lo estimule, sino porque su comprador lo exigirá».
Un nuevo modelo económico
Además de alargar la vida de los productos, la economía circular propone un nuevo modelo económico no solo más sostenible, sino más rentable. Según los cálculos de la Unión Europea, tan solo con la aplicación de la normativa vigente en gestión de residuos se generarían 400.000 nuevos empleos en el continente, de los cuáles 52.000 estarían en España.
A nivel medioambiental, al margen de una reducción drástica en la generación de residuos y de emisiones de CO2, alargar la vida de los recursos también tendría un impacto directo sobre la situación actual de las materias primas. «Es evidente que implantando un sistema basado en la reutilización acabaríamos teniendo más recursos y esto llevaría a la estabilización y bajada del precio de estos materiales, que actualmente están por las nubes», indica Rovira.
No se trata de una cuestión menor. El 60% del cobre mundial ya no se encuentra en las minas, mientras que al ritmo de extracción actual, el petróleo también se encuentra en riesgo de desaparecer a medio plazo. «Lo utilizamos para ir en coche, para hacer plásticos y para centenares de cosas más, por lo que extraerlo para quemarlo en un solo uso es una estrategia que está destinada a fracasar».
Rovira considera que ya existe la tecnología para lograr alargar el ciclo de vida de todos estos materiales. «Contamos con métodos químicos y mecánicos que nos permiten separar fracciones de materiales mezclados y alargar así la vida útil del plástico y cualquier otro elemento». Junto a la tecnología, la creación de nuevos materiales, como los bioplásticos, de origen vegetal, se adivinan cruciales para que la economía circular cumpla con su principal objetivo como es vaciar los vertederos.
El fin de ciclo de un producto
Ahora bien, ¿hasta dónde podemos alargar el ciclo de vida de un producto? La respuesta habitual es hasta que pierda sus cualidades, lo cual es una perspectiva positiva. «El plástico, a largo plazo, puede acabar perdiendo valor, pero los metales como el aluminio, pueden durar el tiempo que queramos siempre y cuando mantengamos su pureza», avanza Rovira.
En estos casos, entra en juego el factor económico. Procesos de reciclaje como el triturado también suponen un consumo de energía, por lo que el modelo de economía circular implica que los fabricantes hagan un cálculo coste-eficiencia de los materiales utilizados. «Esto acaba estando muy condicionado por el precio de las materias primas». En resumen, cuánto más cara es la materia, más sentido tiene aplicar los principios de la economía circular.
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