big data

Big Data, el concepto de moda

Parece una obviedad decir que aquellas empresas que sean capaces de explotar toda la información de la que disponen de su actividad (Big Data), serán las que se lleven el gato al agua. Todas las empresas interactuamos diariamente con clientes, proveedores, registramos en algún sistema (aunque sea un Excel) todas nuestras compras y  ventas.

Desmenuzando un poco más, en esas compras que puedo hacer a diferentes proveedores existen factores que voy a usar para decidir a quién compro: precio, plazo de entrega, exclusividad, etc. En ventas, pues poco más o menos lo mismo, desde el artículo que he vendido/ fabricado, unidades e importe, incluso distinguir dentro de la venta los costes internos de externos, qué unidades de negocio han intervenido, qué he gastado de materias primas y subcontrataciones.

Además seguro que registramos de alguna manera cada vez que visitamos a un cliente, cada vez que me llama para comunicarme una incidencia en un trabajo, nuestro contable podría hablarnos de la experiencia de cobro…

Si seguimos desmenuzando… podríamos estar una semana con el detalle de cada gestión realizada, y ese detalle nos llevaría  otros detalles…

Toda esa información, organizada, podría ser nuestro Big Data.

En función de las herramientas que utilicemos para analizar la información, seremos capaces de confeccionar un “book” de fotos de nuestra empresa:

  • La empresa
  • Nuestras unidades de negocio
  • Nuestros clientes
  • Nuestros proveedores

Claro está, lo que nos interesa es que esa foto esté lo más actualizada posible, no hay nada más inútil que una información que tengo ahora pero la necesitaba hace una semana.

Entonces:

Gracias a disponer de mi información organizada, vamos a poder estudiar, por ejemplo, qué características tienen nuestros clientes TOP 20, cuáles de esas características también las tienen otros clientes, y a cuáles de esos clientes les falta alguna característica que, si somos capaces de potenciarla (y para eso es indispensable conocerla) podrían ser también TOP.

Otro ejemplo muy interesante es llegar a conocer las desviaciones de coste en los productos que fabrico, y poder estudiarlo desde tipo de cliente, familia de producto o tipo de soporte imprimible que utilizo, entre otros. Sabemos que la velocidad de máquina puede verse afectada por la tirada, por el gramaje o incluso por el tipo de material. Las tintas o el tamaño de la mancha también pueden hacer variar esa velocidad.

Llegar a conocer ésta cuestión se torna indispensable, en el momento en el que mi forma de presupuestar sea en base a fórmulas, como presupuestar en base a millar color o millar plancha.

Pero… ¿Qué puede aportarme el Big data en el día a día?

Todo este estudio de Big Data debería servirnos para saber qué tecla tocar en cada momento, en nuestra labor diaria. Pero tampoco se trata de marear a nuestros colaboradores con cantidad ingente de información, que tuvieran que utilizar en cualquier tarea o gestión a realizar.

Aquí es donde aparece la necesidad de un sistema de gestión, que además de facilitarnos nuestra labor diaria, sea capaz de avisarme de las posibles alertas que previamente hemos estudiado. Se me ocurren muchas, pero estaría muy bien que el sistema me avisara en caso de:

  • Si presupuesto en base a fórmula (millar color), me gustaría saber si los costes de fabricación van en consonancia con los valores de la misma, o si estoy perdiendo dinero antes que el cliente me acepte el presupuesto.
  • Si he realizado un descuento por pronto pago, que no sea yo el que dilate la creación de esa factura, para poder enviarla al cliente lo antes posible (o que viaje con el producto terminado).
  • Cuando presupuestamos, es muy posible que ese trabajo ya lo hayamos realizado, para ese cliente o para cualquier otro. En este caso lo que hacemos es duplicarlo y recalcular sus costes en base a la nueva cantidad. El sistema debe permitirme localizar la mejor opción, no sólo por características del trabajo o tamaños, sino incluso por un dato específico de una subcontratación, una nota de proveedor o lote o por una gestión realizada y reflejada en el CRM. Pero… ¿Qué es un CRM?

Autor: Juan Bayón, consultor sistemas de gestión artes gráficas


Un agujero negro de información

Buena parte de la información generada en esta era será inaccesible para generaciones futuras por el deterioro de los datos, la obsolescencia tecnológica o las leyes del copyright

En las pocas décadas que la humanidad lleva inmersa en la era digital ha creado datos como para llenar la memoria de tantos iPad que, apilados, casi llegarían a la Luna. El ritmo de creación de información es tal que, según un estudio de la corporación EMC y la consultora IDC, se dobla cada dos años. Para antes de que acabe la década, habrá 44 zettabytes de datos (un ZB es igual a un billón de gigabytes) y el montón de tablets habrá ido y vuelto al satélite más de tres veces.

Lo paradójico es que buena parte de esa información se perderá para las generaciones futuras. El vicepresidente de Google y uno de los padres de internet, Vinton Cerf, alertaba en una conferencia de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia del peligro de que lo creado por esta generación no deje apenas rastro.

En la creencia de su eternidad, el homo digitalis ya no imprime fotos, las guarda en formato digital, no escribe cartas, sino que envía email, no almacena discos, sube las canciones a la nube. Una creciente parte de su vida se desarrolla en la red: juega en línea, publica selfies en Facebook y comparte sus pasiones en tuits. Pero lo digital no es tan eterno.

El deterioro de los soportes donde se almacena la información, la desaparición de los programas para interpretarla o las limitaciones impuestas por el copyright harán que, para los humanos del futuro, sea inaccesible. De hecho, ni siquiera habrá que esperar a que los arqueólogos del futuro descubran que, como decía Cerf al Financial Times, los comienzos del siglo XXI son "un agujero negro de información". Los primeros efectos de lo que los anglosajones llaman era digital oscura ya se están notando.
El caso de los disquetes ejemplifica el problema planteado por el vicepresidente de Google en toda su complejidad. Fueron el sistema de almacenamiento básico en los años 80. En ellos cabían tanto las fotos familiares como el trabajo hecho para la clase o los documentos del trabajo. La mayor parte de toda esa información ya se ha perdido. Y si aún queda algún disquete, es cuando empiezan de verdad los problemas: habrá que encontrar una disquetera que lo lea, rezar para que los datos no se hayan corrompido por el paso del tiempo y para que el programa que los abre siga existiendo.

En 1997, cuando la actual era digital apenas comenzaba, cuando los ordenadores personales solo estaban al alcance de los más pudientes e internet era para una casta, cuando aún no existía Google y mucho menos Facebook o Twitter, y Microsoft dominaba el mundo con su Windows 95, Kuny, entonces el asesor de la Biblioteca Nacional de Canadá dio una conferencia para la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecas. Su título era premonitorio: ¿Una era digital oscura? Retos para la conservación de la información electrónica. La visión de Kuny, como la actual de Cerf, está más vigente que nunca.

Información de nuestro tiempo inaccesible

"No creo que exista un riesgo de que la información de nuestro tiempo vaya a quedar inaccesible, creo que es una certeza. Ya está pasando, cada día, en todo tipo de organización, para todas las clases de datos", afirmaba Kuny. De hecho, creía que todo lo relacionado con la conservación digital iría a peor. "Hay mucha más información nacida digital que antes y apenas hay unas pocas instituciones públicas o privadas que estén activamente implicadas en lidiar  con este problema”."> Sabemos que existen muchos riesgos, pero también hay luces contra la edad digital oscura. Luces que están encendiendo las soluciones tecnológicas, organizativas y legislativas al respecto, para que desaparezca este posible agujero negro en la comunicación.


¿Quién da más? Impresión 3D en 2015

2015 será el año en el que las empresas estarán por delante de los consumidores en la adopción de nuevas tecnologías, tales como la impresión 3D.

La consultora Deloitte ha presentado su décimo cuarto estudio “Predicciones en Tecnología, Medios y Telecomunicaciones”. En él concluye que este año se verá marcado por las ventas de artículos relacionados con el mercado del ya famoso Internet de las Cosas y la adopción de tecnología como drones e impresoras 3D.
 
Además, este estudio ha generado grandes expectativas en el mundo de los libros impresos. Según la multinacional, el “libro-libro” dominará la industria editorial y representará el 80% de todas las ventas de libros en dólares y unidades.

¿Se había creado una burbuja en torno al libro digital?

El aroma de la tinta de un libro nuevo, la fragilidad de sus hojas, su textura… estos son algunos de los “placeres” que no nos dan los libros digitales.

Tras la aparición de los eBooks hace 10 años, se empieza a desinflar la burbuja que se había creado en torno a ellos, y es que los pronósticos de que en 2017 las ventas de estos en Estados Unidos superarían a las del papel, no sólo no se cumplen, sino que ya en 2014 se ha confirmado la tendencia puntada en 2013: las cifras de crecimiento del formato electrónico se estancan.

Según el último informe de Nielsen Books & Consumers, la venta de los eBooks ha descendido hasta el 21%, después de llegar al 24% en el primer semestre de 2014. Por el contrario, el libro impreso de tapa blanda subió del 42% al 43% en el mismo periodo y la tapa dura alcanzó el 25%.

Además, otros dos informes, según publicaba el periódico La Vanguardia, refuerzan la idea de que al libro en papel aún le queda una larga vida. Las librerías londinenses Foyles y Waterstones han anunciado que las ventas del libro físico han aumentado en las pasadas navidades un 8% y un 5% respectivamente en comparación con el año 2013, lo que llevó a la revista Time a preguntarse si el libro digital había dejado de ser un icono significante de moda.

En España, el libro digital es muy poco aceptado en comparación con otros países. Según la encuesta del CIS realizada a 2.477 personas mayores de 18 años el pasado diciembre, el 79,7% de los lectores asegura que prefiere leer libros en papel que en la pantalla. El porcentaje sube al 80,1% en las edades de 18 a 24 años, mientras que el número de españoles que muestra su poca o nula predisposición a leer libros electrónicos en el futuro es muy alta: 46,6%.

">¿Cómo será la situación en el futuro más cercano?

“Tal vez un 60% papel y un 40% digital, o un 50%-50%”. Lo que sí tiene claro Núria Cabutí, consejera delegada de Penguin Random House, es que hay que seguir invirtiendo en digital y la estrategia debe ir dirigida a cuidar muy bien los dos formatos.

No es cuestión de decidir entre uno u otro, sino que una vez pasada la vorágine de lo novedoso ha llegado la calma en un mundo en el que el libro digital va a convivir con el libro físico.


Big Data con nombre y apellido

Desde la aparición del Big Data, hace una década, han cambiado mucho las reglas de las campañas de marketing.

Aquello de hacer encuestas a una muestra de la población y extraer conclusiones representativas para conocer cuáles son los gustos de nuestros clientes es, a día de hoy, algo impreciso y desfasado.
Reconozcámoslo, todo lo que hacemos a través de un objeto conectado a la red genera infinidad de datos que, con una correcta interpretación, pueden llegar a predecir exactamente qué me va a gustar este verano, qué voy a necesitar en un mes o dónde quiero pasar las próximas vacaciones. Digamos, que si nuestra pareja tuviera en sus manos toda esta información, nunca más volvería a equivocarse en un regalo.
Pues bien, esta es la información de la que disponen las grandes empresas por lo que no es de extrañar que el 90% de los profesionales del marketing auguren que la personalización es el futuro, según un estudio de Forbes y Teradata.
 Más que augurar, podríamos decir que la personalización es una tendencia lógica en el marketing. El del Big Data comienza a ser accesible y  como viene siendo habitual desde hace unos años, los consumidores buscamos ser únicos, especiales y que nos personalicen los productos y la experiencia de compra. Si sumamos estos dos hechos, el resultado obvio obtenido es un marketing personalizado, sería como decir que 1+1 es igual a 2, blanco y en botella.
Pero el marketing no es una ciencia exacta como las matemáticas, así que ahora nos queda ver cómo emplea esta fuente de conocimiento cada empresa. ¿Conseguirán realizar una campaña personalizada de verdad para mí?
Si conoces alguna de estas campañas por favor compártela con nosotros.